jueves, 15 de septiembre de 2011

La Incondicional

Hace unos días atrás mi hermana menor me pidió ser su madrina de confirmación. Basó su elección en que tenía que ser una persona que "querramos mucho y se preocupe por nosotros". Yo me derretí de amor, creo que hasta lagrimeé y dije un SI asi de grande.

Yo no soy una persona ni creyente ni practicante, fui criada "en una casa católica, apostólica y románica" y en el colegio recibíamos los sacramentos pero con el paso del tiempo me fui alejando cada vez más de los preceptos de la Iglesia, de sus contradicciones y de toda la carga culpabilizadora que conlleva. Pero esto de amadrinar a mi hermana, de acompañarla a recibir un sacramento va más allá de la creencia o de lo puramente dogmático sino que es un compromiso con ella de acompañarla y estar allí pase lo que pase como lo estoy desde el momento en que salió en la camilla de partos sobre el pecho de mi mamá.

Haciendo memoria de lo que fue mi confirmación, recuerdo que mi maestra nos pidió elegir para que nos apadrine a alguien que sea "incondicional" y así me siento yo con respecto a ella, incondicional. Más allá del título o del nuevo parentesco que vayamos a tener a partir del domingo.


No creeré en muchas cosas, pero en ella si.

2 comentarios:

  1. pocas cosas tan hermosas como tener una buena relación con los hermanos

    ResponderEliminar
  2. Anita, es hermoso lo que contas, el amor entre hermanas. Yo no tengo hermanos pero creo que si la vida me los hubiera dado, habría sido incondicional para con ellos. Un besote enorme y ojalá haya sido todo muy bien en la confirmación :)

    ResponderEliminar